El 22 de diciembre de 1895, “Don Juan de Mata Terreforte, sobreviviente de El Grito de Lares, presentó a la Asamblea de puertorriqueños reunidos en Chimney Corner Hall, en Nueva York [Estados Unidos de América], la bandera puertorriqueña ideada por don Manuel Besosa y aclamada por toda la concurrencia”. Así lee en el libro “Génesis de la bandera puertorriqueña: Betances, Henna, Arrillaga”, de Roberto H. Todd. Este evento es lo que le da paso a que un día como hoy se celebre el día de nuestra bandera.
En este libro, que habla sobre los orígenes de la bandera puertorriqueña, trae a discusión las dos teorías relacionadas a quién la diseñó. La primera, que fue ideada por Antonio Vélez Alvarado, de Manatí, en 1891; y la segunda, que fue por Manuel Besosa y la presentada en 1895. No voy a pasar juicio sobre quién fue el creador, por lo menos en este escrito, pero en el texto se indica que luego de consultarle a diversidad de personas, entre ellos sobrevivientes de El Grito de Lares, se tomó como válida la segunda teoría, la que su creador fue Manuel Besosa.
Independientemente de quién fue el que la ideó; desde hace 118 años, la bandera de cinco franjas rojas y blancas, alternadas, con una estrella de cinco puntas, blanca, dentro de un triángulo equilátero azul claro, es la bandera que representa a todos los puertorriqueños. Pero, al parece, no tenemos claro lo que esto significa y la hemos etiquetado.
Y lo menciono porque nos hemos “acondicionado” a encasillarla, pero no a mirarla de frente, respecto la realidad del momento histórico que se vivió cuando se escogió como la bandera representativa de los puertorriqueños. En ese tiempo, Puerto Rico estaba buscando independizarse de España; lo mismo que hacía Cuba. Entonces se hizo causa común y trabajaron juntos para lograrlo. Es interesante mencionar que “la incubación” de esto fue, en parte, gestada en los Estados Unidos de América. Así que los EE.UU. colaboraban con ambas colonias para que se “liberaran” de la dominación española.
Luego de la Guerra Hispanoamericana, al pasar a ser parte de los EE. UU. como botín de guerra, se siguió utilizando la bandera; pero ya esta vez no como símbolo contra la opresión española, sino como símbolo de resistencia a la invasión norteamericana. El objetivo seguía siendo el mismo, lograr tener un país libre y soberano. En 1930 el Partido Nacionalista la adoptó como su estandarte.
Es imperativo conocer la historia y tener claro que aunque la realidad de aquel momento en nada se parece a la que hay ahora; y que las cosas necesariamente no son o fueron como nos las han pintado; la bandera puertorriqueña siguió siendo, hasta el día de hoy, la mejor representación de la esencia del puertorriqueño. Era -y es- lo que nos representaba como pueblo. Era -y es- nuestra identidad reflejada en un hermoso símbolo. Por eso, ha sobrevivido todo este tiempo.
Una de las tonalidades de azul que es utilizada, pero no es la oficial. |
Esto quedó plasmado en la conferencia leída por Roberto H. Todd el 10 de septiembre de 1937 en el Ateneo Puertorriqueño; según publicado en el libro Génesis de la bandera puertorriqueña: Betances, Henna, Arrillaga, de Roberto H. Todd.: “La bandera de Puerto Rico y la que será nuestra bandera en el futuro, no importa el porvenir final que pueda caberle a nuestra querida Islita. Nos referimos a la bandera de las cinco franjas rojas y blancas, alternadas con triángulo azul y estrella blanca de cinco puntas en el centro del triángulo; o sea, la misma bandera de Cuba con los colores invertidos”.
La ley no menciona la tonalidad de azul, pero claramente está definida que es la que hasta ese momento era la que se conocía como la bandera puertorriqueña. Así que desde siempre ha estado claramente definida cuáles son sus colores. Por eso es que no entiendo cuál ha sido el “mal entendido” con el color azul. Y es que aquí, y volvemos a lo mismo de siempre, interpretamos, modificamos o utilizamos las cosas, incluidas las leyes, según conveniencia. Claro, porque la gran cantidad de las personas tenemos muy poco conocimiento de las cosas, de la historia, de las leyes, etc.; así que nos dejamos influenciar por cualquiera creyendo o avalando cualquier cosa que nos dicen.
Esta tonalidad de azul tampoco es la oficial. |
Lo más interesante es que esto se comenzó desde los mismos inicios del Estado Libre Asociado. He estado investigando sobre la bandera que se izó ese día para ver sus colores; pero al parece, nadie la guardó. Las fotos que he visto sobre el izamiento de la bandera, en blanco y negro, me dan la idea de que el azul utilizado no fue el azul claro; sino uno más oscuro. Si el 25 de julio de 1952 se izó una bandera con un azul diferente, pues fallamos. No sé cuáles serían las consideraciones para izar la bandera con otro azul; ¿a lo mejor para que su fondo se pareciera al fondo de la bandera estadounidense? Quién sabe. Lo que sí es que, y esta es mi humildísima opinión, si se quería cambiar la tonalidad de azul de la bandera, el momento idóneo era hacerlo antes de convertirla en ley y dejarlo allí plasmado.
Ciento dieciocho años han pasado desde que se presentó y fue aprobada y aclamada como nuestra bandera a viva voz por los patriotas puertorriqueños en el Chimney Corner Hall, en NY. Ciento veintidós años tiene, si avalamos la teoría de que fue ideada por Antonio Vélez Alvarado, de Manatí. Sesenta y un año y medio que existe la ley que establece cuál es nuestra bandera. Hace más de sesenta años que contamos con el Reglamento sobre el Uso en Puerto Rico de la Bandera del Estado Libre Asociado de Puerto Rico y cuya última revision se hizo hace dieciocho (Reglamento Núm. 5282 del 3 de agosto de 1995).
¿Que por qué menciono todo esto? Porque nuestra bandera no está en un vacío ni se le puede cambiar el color a conveniencia o gusto; si no que se ha ido formando en el tiempo, en la historia. En ella está nuestra esencia de pueblo y es lo que mejor nos representa. Es uno de nuestros símbolos más importantes y como tal debemos reconocerla. Respetémosla tal y cual es: con sus colores originales, con los que dicta la ley. No la utilicemos como punta de lanza para intereses político partidistas o de otra índole. Démosle el lugar que le corresponde como nuestro emblema nacional. Porque la bandera con cinco franjas rojas y blancas, alternadas, y una estrella blanca en el centro de un triángulo azul claro es la nuestra; la original, la verdadera.